Los botes de
aerosol, por ejemplo, están fabricados a base de este
acero tan fino. Se calcula que el precio de una lata es el 7%
u 8% del valor de aquello que contiene. Si bien las latas pueden
ser recipientes adecuados para envasar productos alimentarios
e industriales, no debemos olvidar que constituyen un residuo
que representa el 2% del peso de las basuras domésticas.
Las latas se revisten con estaño y a menudo se cierran
con aluminio; de esta manera se garantiza una mejor estabilidad
del producto, pero en cambio se dificulta el reciclado.
Las latas metálicas
son fácilmente reciclables, pero se necesitan plantas
recuperadoras con un nivel de sofisticación que permita
separar la hojalata de la basura triturada. Se trata de una
tecnologías muy costosa pero en estos momentos puede
recuperar casi el 2% del metal procedente de las latas que se
encuentran en los residuos sólidos urbanos. Para la recuperación
del acero de las latas es preciso desestañarlas y extraerles
el aluminio. Éste es un proceso bastante contaminante,
aunque mucho menos que el de producir acero de nuevo. En consecuencia,
es preciso consumir lo menos posible productos domésticos
fabricados con derivados del acero, como la hojalata. Las siderurgias
pertenecen al grupo de las empresas más contaminantes
que existen.
En cualquier
caso, el reciclaje es una medida imprescindible cuando se ha
llegado a la minimización de su uso. Sería deseable
disponer de contenedores especiales y que el envase metálico
se utilizase únicamente para determinados productos.
Desgraciadamente, actualmente se siguen enlatando todo tipo
de productos, incluso los alimentarios.